El sistema argentino de educación pública es casi único en el mundo. Cualquier persona tiene la posibilidad de acceder a una formación universitaria de manera totalmente gratuita, sin importar su procedencia. Sin embargo, la realidad nos muestra que esa teoría no siempre se cumple: en la práctica, solo 1 de cada 10 jóvenes de los sectores más pobres llega a la universidad.
Esos son los números que arroja un informe oficial del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Ivana Templado (FIEL), Gabriela Catri, Martín Nistal y Víctor Volman. Allí, se analizan cuáles son las desigualdades educativas en el nivel superior, a partir de los datos obtenidos en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). La información muestra que la población joven (entre 19 y 25 años) más numerosa se encuentra en el decil número 2, mientras que el más alto (el 10) es el que incluye menos argentinos dentro de ese rango etario.
De esta forma, el estudio revela que tan solo el 12,4% de los jóvenes de menor nivel socioeconómico llega a cursar estudios superiores. En contraste, en el decil de mayores ingresos, casi la mitad de los jóvenes de entre 19 y 25 años estudia una carrera en la universidad. En el caso de las carreras terciarias, la desigualdad se repite: solo el 17,5% de los jóvenes del decil 1 alcanza ese nivel de estudios; por su parte, el 52,3% de los jóvenes de los sectores socioeconómicos más altos logra cursar estudios terciarios.
Esta situación está directamente relacionada con las bajas tasas de egreso que existen en el nivel secundario entre los chicos de sectores más desfavorecidos. Al no poder terminar la escuela, lógicamente, el acceso a la universidad se vuelve un imposible.
También son los que más abandonan
Esta desigualdad que se presenta en las tasas de ingreso a la universidad entre jóvenes de distintos niveles socioeconómicos se repite cuando se analiza la permanencia en la cursada. La continuidad durante la carrera también tiende a ser más alta para los jóvenes de mayores recursos.
En el primer año de la carrera, los jóvenes de menores ingresos (decil 1) representan el 7,9% del total de alumnos, mientras que los de mayores ingresos (decil 10) representan el 5,3% de la matrícula. Más avanzado en la carrera, en el último año, los estudiantes del decil 1 son tan solo el 1,1% del total, mientras que los que pertenecen al decil 10 alcanzan el 12,7%.
Otros datos
El informe del Observatorio de Argentinos por la Educación también se ocupó de analizar otros rasgos de la población universitaria argentina. De esta manera, se llegó a la conclusión de que los varones acceden en menor medida a los estudios superiores, en comparación con las mujeres, que presentan mayores niveles de participación tanto en la universidad como en el nivel terciario. Esta situación se da en todos los niveles de ingreso. Si miramos el decil 1, solo el 11,9% de los varones cursa estudios superiores; en el caso de las mujeres, la cifra se duplica y llega a un 22,4%. La misma diferencia en cuanto al género se replica en el decil 10.
Con respecto a la ocupación de los jóvenes, en el decil 1, es muy alta la proporción de personas que no estudian ni trabajan: los denominados “ni-ni”. El 48,8% de los jóvenes de ingresos más bajos está en esa condición. La cifra desciende a medida que aumenta el nivel de ingresos y alcanza su nivel mínimo en el decil 9, con tan solo un 6,4% de la población que no estudia ni trabaja.
En promedio, 1 de cada 3 argentinos de entre 19 y 25 años trabaja, y esa proporción se mantiene en todos los niveles socioeconómicos, menos en el decil 1, donde es más baja: solo el 23,3% de los jóvenes dentro del rango etario tiene trabajo.
Fuente: serargentino.com