CARTA ABIERTA A LOS JÓVENES SOBRE LA UNIVERSIDAD

¿Qué es la Universidad? ¿Qué va a significar para mí? ¿Qué se espera de mí en el periodo universitario? ¿Qué me va a aportar?

Estimados jóvenes, seguro que el que más o el que menos se ha estado preguntando en los últimos meses, en los que teníais que elegir si ir a la Universidad o no y, en el caso de hacerlo, a qué Universidad y a cursar qué estudios, cuestiones semejantes a éstas. Como siempre que empezamos algo nuevo en la vida, diversas emociones nos asaltan, desde la euforia y la alegría ante un mundo de posibilidades que se abre ante nosotros, hasta una cierta inquietud por saber si estaremos a la altura, qué se hará allí, etc. En primer lugar, por ello, es esencial deciros una cosa: no tengáis miedo, no estéis apurados, la Universidad os dará mucho y será una parte maravillosa de vuestra vida, como tantos otros períodos de tiempo antes o después. No temáis.
En segundo lugar, debéis de saber que la Universidad os va a dar mucho más de lo que vosotros podáis darle, amigos, profesores, conocimientos, humanidad, posibilidades… es vuestra vida la que se va a enriquecer en estos años; es un inmenso privilegio que exista una institución así y quizás por eso haya tanta gente que no quiere dejarla nunca, los reconoceréis enseguida, son los profesores.


Decía hace un momento que la Universidad os dará mucho más de lo que vosotros podáis darle; no es del todo correcto, ciertamente algunos de vosotros le daréis lo mejor de vosotros mismos, todo vuestro entusiasmo, vuestro trabajo, vuestro esfuerzo, vuestra inteligencia y vuestro amor, vuestra persona en fin y en tal manera que, aunque la vida os ponga mil distracciones delante, preferiréis comprometeros con el tipo de vida que os brinda la Universidad.


Y ¿cómo será eso? ¿Cuál es ese tipo de vida? ¿En qué consiste? ¿Cuál es su forma específica? Es muy sencillo, una Universidad es simplemente una reunión de maestros y discípulos para el cultivo del saber, nada más. Así de fácil, se trata de que unos hombres y mujeres que han entregado su vida y su entusiasmo al conocimiento, a la ciencia, al estudio, a la filosofía, a la reflexión, transmiten ese conocimiento y esa pasión a la siguiente generación para que vosotros la custodiéis, la acrecentéis y la hagáis prosperar. Hay pocas cosas más nobles en la vida. Una comunidad de hombres y mujeres que, dejando al lado otros intereses, entregan su vida y su pasión al pensamiento, para elevar al hombre al conocimiento de la verdad, tanto del mundo físico que nos rodea (ciencias naturales), como del mundo humano (ciencias sociales), como de las fronteras de lo pensable (filosofía, religión, teología, etc.).
La Universidad por tanto no es algo fugaz, ni algo exclusivamente personal. Nadie puede estar en la universidad como un átomo en el vacío, sin relación con otros. La Universidad es de suyo, y al mismo tiempo, tradición (en el sentido más poderoso de esta palabra) e innovación, porque el pensamiento es siempre libre, y nos sorprende una y otra vez, frente a todos los agoreros, con nuevas realizaciones y fronteras descubiertas. Entrar en la Universidad, ser universitarios, significa pasar a formar parte de una familia, ser colegas, de gente como santo Tomás de Aquino (nuestro santo patrón), san Alberto Magno, san Buenaventura, Ramón Llull, don Gil de Albornoz, el cardenal Nicolás de Cusa, el cardenal Cisneros, Fernando de Rojas, Celestino Mutis, Galileo Galilei, Isaac Newton, Charles Darwin, J. R. R. Tolkien, san Henry Newman, C.S. Lewis, don Santiago Ramón y Cajal, Ortega y Gasset, y así un sinfín de nombres ligados para siempre a la Universidad de la que fueron grandes discípulos y grandes maestros. ¿No está mal entrar en su compañía verdad?


Con esto, y voy terminando, quiero tocar un penúltimo punto y es que, si sois sensibles a sus voces, a las de todos estos genios y miles más que no hemos citado, viviréis en una sacra conversación hecha de la búsqueda de la verdad y la amistad. Con todo lo que de difícil y de humano tiene ello: con las animadversiones personales, los enfados, las luchas por el poder y todas esas cosas que siempre han estado presentes en la Universidad, porque no somos un reino de ángeles puros, sino simplemente personas que aspiran a lo mejor con las fuerzas que Dios les ha dado. Pero si son verdaderos maestros los que encontráis, y los encontraréis, los distinguiréis enseguida por un rasgo: pretenderán, por encima incluso de sus propias limitaciones, que seáis mejores, mucho mejores si es posible, de lo que ellos mismos son, y para eso hace falta humildad y caridad por su parte y pasión y estudio por la vuestra. No os conforméis con menos.


Y ahora sí acabo, Dios, Dios pide mucho de nosotros. Invita simple y llanamente a que seamos santos. No como ideal, sino como camino y carne de vida. ¿Qué tiene que ver esto con la Universidad?, pensará alguno. Pues bastante, queridos jóvenes, las Universidades fueron creadas en la Edad Media (esa que tanto se critica y se caricaturiza para deshora intelectual y moral de los que tal hacen) para la búsqueda de la verdad en el camino cristiano de encuentro con Dios. Y como un viejo filósofo con barba y habla griega había enseñado mucho tiempo antes, hay tres ideas fundamentales que son, por así decir, el pedestal del trono del Altísimo: el Bien, la Verdad, y la Belleza; esas tres superideas, participan de la realidad de Dios casi de un modo inmediato, iluminando los universos con su luz, pues ¿qué sería de la existencia sin bien, verdad y belleza? Pues aunque no os lo acabéis de creer, lo que estáis haciendo al ingresar en la Universidad es entrar en una institución en la que todo existe para la búsqueda de estas tres ideas, y por eso la Universidad es, en su esencia más profunda, religiosa.


No os desaniméis por las mezquindades de la vida universitaria, que no son diferentes a las de la vida común, no os decepcionéis porque los profesores no estén a la altura de su vocación y a la que vuestras almas merecen, no os rindáis porque vuestro esfuerzo no parezca dar sus frutos… todo eso lo superaréis. El único secreto es el amor a la sabiduría y al estudio, todo lo demás, pasará.
Bienvenidos a la Universidad, a vuestra Universidad, tan vuestra como la de todos los que os precedieron, por muy importantes que parezcan, y de todos los que os sucederán por muy lejanos que los creamos.

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