Desde 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó a “poner fin al cáncer cérvicouterino”, una enfermedad causada por la infección del virus del papiloma humano (VPH o HPV en inglés) que afecta cada año a más de 72 mil mujeres en la región de las Américas. De todas ellas, casi 34 mil fallecen y si se mantienen las tendencias actuales, según las previsiones del organismo, el número de muertes en las Américas aumentaría en un 45 por ciento para 2030. ¿Cómo prevenir esta enfermedad? A diferencia de otros tipos de cáncer, el cervicouterino es absolutamente prevenible: a través de la realización de un test de tamizaje para detectar lesiones precancerosas, y el tratamiento de dichas lesiones, podría erradicarse. Con esa evidencia, desde hace años, la investigadora del CONICET y del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) Silvina Arrossi desarrolla junto a su equipo distintos proyectos que buscan asegurar el acceso de las mujeres al tamizaje parareducir así la incidencia de esta enfermedad en la población. En este sentido, publicó recientemente un trabajo en The Lancet Regional Health Américas
Puntualmente, Arrossi acaba de publicar los resultados del proyecto ATICA: una iniciativa implementada en la provincia de Jujuy, para evaluar la efectividad de una intervención basada en las TIC -el envío de mensajes de texto (SMS), a través de telefonía celular- que aumente el acceso al Pap de triaje de las mujeres que hayan obtenido un resultado positivo a partir de la autotoma del test de VPH.
¿Qué es el test de VPH? Una tecnología que reemplaza al Papanicolau, altamente sensible, y permite detectar lesiones precancerosas sin que las mujeres deban recurrir a un consultorio ginecológico, ya que puede realizarse a través de una autotoma. Arrossi está involucrada desde hace más de una década en el diseño de una política pública para prevenir esta enfermedad a través de la implementación masiva de este test.
“A partir de la introducción del test de VPH como tamizaje primario para prevenir el cáncer cervicouterino, que llevó a cabo la Argentina a través de un proyecto demostración Jujuy entre los años 2012 y 2014, también se introdujo la autotoma del test de VPH: es decir que las mujeres pueden tomar la muestra por sí mismas”, indica Arrossi.
Para evaluar la efectividad de la autotoma del Test de VPH y aumentar la realización de tamizaje entre mujeres socialmente vulnerables, se llevó a cabo el Estudio Ema, que demostró que con la autotoma del test de VPH ofrecida por los agentes sanitarios en rondas, las mujeres tenían cuatro veces más acceso al tamizaje del cáncer cérvicouterino,
A partir de entonces, el uso de la autotoma del Test de VPH se ha incorporado en siete provincias: Jujuy, Misiones, Catamarca, Tucumán, Chaco, Entre Rios y también en jurisdicciones de la provincia de Buenos Aires, como La Matanza, Ituzaingó y Florencio Varela. “Lo que también observamos fue que si bien con la autotoma había mucho éxito en el acceso al tamizaje, era difícil que las mujeres después accedieran al segundo paso, que es para las mujeres que dan positivas: hacerse un Pap de triaje para saber si además de ser VPH positiva tienen una lesión precancerosa que hay que tratar”, explica la científica.
La gran pregunta era cómo avisarle a las mujeres que son VPH positivas que vayan al centro de salud para hacer un Pap de triaje sin sobrecargar al personal de salud. “Ahí nos surgió la idea de comunicarnos con las mujeres a través de mensajes de texto: para avisarles que ya está su resultado y que tienen que concurrir al centro de salud a hacerse un Pap de triaje. Decidimos implementar esa estrategia y evaluar si era viable y efectivo que las mujeres recibieran los mensajes a través de teléfonos validados, y si aceptarían esa comunicación desde el sistema de salud a través de los mensajes de texto”.
Se sortearon aproximadamente 220 agentes sanitarios que invitaron a participar del estudio a más de 5 mil mujeres. El resultado, que acaba de publicarse en The Lancet, fue contundente: el envío de los mensajes de texto fue efectivo para aumentar la adherencia de las mujeres VPH positivas al pap de triaje, y así favorecer la continuidad de la línea de cuidado. “Encontramos una gran aceptación de una estrategia de bajo costo, como es el envío de mensajes de teléfonos celulares, en las mujeres. Ellas lo aceptaron como medio de comunicación por parte del sistema de salud y así se logró mejorar el proceso de tamizaje para la prevención del cáncer cervicouterino”.
Arrossi indica que “El Pap de triaje es una etapa indispensable del proceso de prevención del cáncer cervicouterino ya que permite establecer cuáles son las mujeres VPH positivas que necesitarán diagnóstico y tratamiento. Este estudio demuestra que la comunicación con telefonía celular es una herramienta efectiva para mejorar el proceso de prevención del cáncer cervicouterino, y así poder avanzar en las metas de eliminación de la enfermedad establecidas por la Organización Mundial de la Salud”.
El trabajo publicado demuestra que la estrategia implementada en el estudio ATICA, de envío de SMS a las mujeres, disminuyó las barreras de acceso a un diagnóstico temprano: las mujeres que recibieron los mensajes de texto (SMS) tuvieron un 30 por ciento más de probabilidad de tener el Pap de triage que las mujeres que no recibieron los mensajes.
ATICA fue llevado a cabo en la provincia de Jujuy por el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) junto con el Instituto Nacional del Cáncer (INC) de Argentina, el Dana-Farber Cancer Institute de la Universidad de Harvard de los Estados Unidos, la Deakin University de Australia y el Ministerio de Salud en la provincia de Jujuy. Fue financiado por el Instituto Nacional del Cáncer y los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Se espera que la evidencia publicada contribuya a mejorar la efectividad de la estrategia de autotoma en los programas de tamizaje en Argentina y en otros países de la región, además de aportar información sobre la contribución de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) para que pueda adaptarse a otras patologías y contribuya a un mejor acceso a los servicios de salud. “No es una estructura onerosa o difícil de mantener: es simplemente la generación de un sistema de envío de mensajes, que se linkea con el Sistema Nacional de información para el tamizaje (SITAM), entonces cuando hay una mujer detectada como VPH positiva el sistema automáticamente dispara la comunicación. La tecnología digital de comunicación móvil hoy está al alcance de todos, ya que en el 98 por ciento de los hogares de Argentina hay al menos un celular. Ese celular es suficiente para que el sistema de salud pueda comunicarse con las mujeres y mejorar la línea de cuidado sin sobrecargar al sistema de salud”, concluye Arrossi.
Para entender cómo se gestó el proyecto ATICA, hay que remontarse a los orígenes de Arrossi como investigadora: la científica proviene del ámbito de la Sociología, y terminó volcándose al área de salud y a la prevención del cáncer. Para eso, hizo un Master en Salud Pública en la London School of Hygiene and Tropical Medicine y se doctoró en demografía en la Universidad de Lyon mientras trabajaba en la Agencia Internacional de Investigaciones sobre Cáncer en Francia, hasta que regresó al país en 2007. Al mismo tiempo recibió la propuesta del Ministerio de Salud para que se dedicara a la coordinación científica del Programa Nacional de Prevención de Cáncer Cérvicouterino (PNPCC), relanzado en 2008. La científica aceptó y se trazó como objetivo producir evidencia científica para implementar y mejorar el funcionamiento y efectividad del PNPCC. Así, en 2011, propuso, junto al equipo del PNPCC, introducir el test de VPH: su experiencia en Francia le dictaba que era un test mucho más efectivo y ventajoso que el Papanicolau. Ese mismo año el país introdujo la vacunación contra el VPH, instalando una estrategia integral de prevención de la enfermedad.
DOI del artículo: https://doi.org/10.1016/j.lana.2022.100199