Han pasado 76 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y aún vivimos tiempos desoladores semejantes, en muchos aspectos, a los que dieron lugar a aquella declaración. La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó que cada 10 de diciembre fuera un día de observancia de los derechos civiles, políticos, sociales, económicos, culturales. Hoy más que nunca, como Red Interuniversitaria de Derechos Humanos (RIDDHH) del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), esa es nuestra tarea.
La negación, en muchas de sus formas, de los derechos humanos como una categoría ético- política y como condición de posibilidad de las democracias resta libertades, violenta sistemáticamente las condiciones de vida de los sectores vulnerados, atenta contra la educación y la salud pública, reivindica las dictaduras genocidas, censura sueños y esperanzas y responde criminalizando y encarcelando la protesta social.
Hoy como ayer, grandes sectores de la población corren riesgos de inexistencia social, de hambre de pan y miseria de abrazos, de redes de contención, de futuros posibles y horizontes de sentidos. Hoy el desprecio por los derechos humanos resulta en “actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad”, como lo anunciaba el preámbulo de aquella declaración. Hoy como ayer, el odio al diferente, la intolerancia ideológica y los poderes económicos y políticos construyen enemigos de la convivencia democrática, destruyen los lazos sociales, edifican muros, censuran las conciencias críticas, obstruyen caminos mentales para comprender lo que nos pasa y convierten a la historia en un devenir sin rumbos. Hoy como ayer, no todos nacen “iguales en dignidad y derechos”, porque un Estado que proclama la libertad de mercado maximiza la libertad de unos pocos para minimizar la libertad de vivir de muchos y muchas.
Los pañuelos blancos buscan Memoria, Verdad y Justicia y los pueblos indígenas reclaman el derecho a su reconocimiento y dignidad. El 55 % de hogares pobres y el 20,3 % de sujetos que viven en la indigencia, la destrucción de las políticas de género, de salud, de la educación pública, de protección de los y las adultos/as mayores y de los sujetos con discapacidad nos muestran en el espejo una democracia en riesgo que va perdiendo sus sustantividades.
Sin embargo, mucho se ha hecho en estos tiempos, mucho se hace desde los espacios públicos, desde los movimientos sociales, desde los recovecos y desde las solidaridades más menudas y cotidianas. Los organismos de derechos humanos, los movimientos sociales, los gremios y los sindicatos, la RIDDHH, el CIN y tantos otros y otras que se comprometen en generar ciertas condiciones para que todas las vidas se configuren dentro de esos derechos humanos declarados allá, en 1948, dan cuenta de un campo de disputas en la construcción de otro horizonte e imaginación política. El trabajo de todos ellos, de los y las que cada mañana, al levantarse, emprenden su lucha con coraje, con deseos, con rebeldía, contra la explotación de las clases dominantes, en distintos formatos y contenidos, escrituran otra historia que irán configurando un poder contrahegemónico.
Este 10 de diciembre, la RIDDHH del CIN reafirma su compromiso e implicación con los derechos humanos del presente en un andar sostenido en las memorias de nuestro pasado reciente, como condición para convertir en ético el mundo y actuar en él.
Este 10 de diciembre ratificamos el compromiso de las instituciones universitarias públicas configuradas en clave de derechos humanos y celebramos la movilización de la sociedad civil y del sistema universitario en la defensa de su autonomía y de su financiamiento.
Este 10 de diciembre de 2024 sumamos, como acierto, la construcción de una memoria de lo justo para todo sistema social, sabiendo que:
EL HAMBRE ES UN CRIMEN
LA SOBERANIA ES UN DEBER
LA JUSTICIA SOCIAL Y LOS DERECHOS HUMANOS SON UNA REALIDAD A CONCRETAR PARA GARANTIZAR UNA DEMOCRACIA Y UNA HUMANIDAD PLENAS
Red Interuniversitaria de Derechos Humanos (RIDDHH)
Consejo Interuniversitario Nacional (CIN)
10 de diciembre de 2024